Pedagogía y dolor crónico

Se comenta en los círculos de la fisioterapia y las ciencias del dolor que es una percepción destinada a proporcionar protección al individuo, que a lo largo de la evolución ha promovido la supervivencia de quienes lo sentían.

La pedagogía es necesaria, pero los pacientes no siempre encajan como nos gustaría determinadas explicaciones.

¿Qué tiene que ver mi dolor con la supervivencia a lo largo de la evolución? Yo sólo venía a por un remedio…

Es cierto, nuestro sistema nervioso está “diseñado” para la supervivencia. Pero esto no quiere decir que un dolor crónico esté protegiendo directamente de la muerte a un individuo concreto, sino de un peligro percibido. Es importante entender que el peligro es variable en función de cada persona, de sus experiencias personales pero no sólo de esto, también de la herencia genética que haya recibido (lo que explica muchas fobias compartidas en las familias).

Para un paciente un peligro percibido puede ser, simplemente, la vergüenza de tener dolor. Esta cognición se aprecia de forma especial en un acto social, donde, podríamos decir, el dolor no está bien visto, pues distorsiona el buen rollito reinante.

Nuestro cerebro está diseñado para la supervivencia, sí. Pero en nuestro medio las reacciones fisiológicas destinados a huir o escapar (reacciones de estrés…) están acopladas a situaciones no directamente amenazantes para la vida. El sufrimiento, no obstante, puede ser tan intenso como si de un asunto a vida o muerte se tratara.

Me avergüenza mi dolor, no puedo disfrutar de las cosas.

¿Y si no puedo trabajar más?

¿Y si tengo un cáncer y nadie me lo ha detectado?

Todo ello son pensamientos que se acoplan a respuestas de estrés. Un pensamiento que visto desde fuera puede tildarse de paranoico o algo similar, pero que para el individuo en cuestión cobran pleno sentido en una situación de incertidumbre..

Yo sólo sé que tengo dolor ¿y si…?

Como ya hemos insistido en entradas anteriores, un primer paso para cortar el círculo vicioso del dolor crónico es insistir en la idea de la seguridad corporal a pesar de la perseverancia del dolor. Este paso es quizá el más complicado, las evidencias aportadas contra una fuerte convicción generan en muchas ocasiones reacciones de convencimiento de daño aún mayores. ¿Cómo deberíamos entonces proceder?

Se admiten ideas.

Deja un comentario