Dolor crónico. Retomar la actividad social

En fisioterapia existe un considerable grado de consenso en la opinión de que, cuando sospechamos que existe un dolor no asociado a lesión tisular, convencer al paciente de la existencia de mecanismos que nos hacen comprender que tener dolor no implica una lesión es necesario para avanzar en el proceso de resolución. Pero muchos pacientes (¿la mayoría?), incapacitados tras un proceso de larga duración, reaccionan parcialmente cuando, tras haber comprendido su situación, se lanzan de nuevo a recuperar su vida. Muchas personas tienen serias dificultades para volver a relacionarse con las personas de su entorno con normalidad. Modificar la calidad de nuestras percepciones resulta, como es lógico, difícil, aunque nos empeñemos en ello. Y los resultados de la pedagogía no siempre son los deseados.

Existe evidencia de que no tomamos nuestras decisiones en base a procesos racionales, aunque así puede parecerlo intuitivamente. Los sentimientos, y el dolor es uno, guían el proceso. Aquellas situaciones futuras, imaginadas, anticipadas, acopladas a un marcador somático negativo serán rehuidas, independientemente de lo racional de la decisión.

Muchos pacientes con dolor de larga duración manifiestan serias dificultades para decidir, ellos lo saben, son conscientes de ello. A pesar de lo cual, no siempre son capaces de corregir del error. Esto puede resultar muy frustrante, y no sólo para el paciente, sino también para el sanitario, al ver que es imposible sacar al sujeto del error y ayudarle en la recuperación. Muchos pacientes, tras varias conductas de evitación y frustración, expresan lo siguiente:

Ya sé que mi cuerpo está sano, pero aun así, no puedo evitar dejarme guiar por el dolor.

El dolor no permite decidir con claridad, nubla la mente de quien lo padece. Cuando existe dolor crónico, la meta consiste únicamente en aliviarlo o evitar su incremento. Los pacientes también evitan con frecuencia las relaciones sociales y no sólo porque el dolor no permita disfrutar de la situación, sino también por la tremenda incomprensión social que los pacientes deben soportar. Muchas veces, familiares y amigos, se encojen de hombros al escuchar las quejas del que sufre. El resultado es que muchos pacientes piensan que estorban, que estropean el buen ambiente de los que les rodean, y tienden a alejarse progresivamente de ellos.

Para muchas personas, el dolor va y viene en intensidad, pero nunca desaparece. Cuando el dolor es lo suficientemente intenso, consiguen, a duras penas, llevar a cabo su vida diaria luchando contra el mismo.

Corregir una fobia pocas veces es tan fácil como explicar al sujeto que lo temido no es peligroso. En el caso de fobias específicas, como el miedo a volar, el sujeto suele comprender perfectamente que el viaje no implica un mayor riesgo que un viaje por tierra, pero eso, si bien es indispensable conocerlo para corregir el error, no siempre le permite hacerlo de forma inmediata. Cuando la extinción del miedo se complica o resiste, la exposición gradual se vuelve un protagonista esencial en el tratamiento. Con resultados variables aunque buenos en general.

A diferencia de las fobias, no todo el mundo conoce que su cuerpo está seguro en procesos de dolor crónico. Nuestra cultura sanitaria nos ha enseñado a buscar al culpable, identificarlo, atacarlo y esperar resultados. Esta forma de ver el dolor está extendida por la sociedad, (aunque quizá esté cambiando poco a poco) y bajo nuestro punto de vista dificulta el proceso. Volviendo a la fobia, es como si diéramos la razón al sujeto que teme al avión y atacáramos al mismo.

Retomar las funciones sociales que el paciente poseía antes de padecer dolor crónico (u otras nuevas)  requerirá, en muchas ocasiones, paciencia y duro trabajo. Es fundamental la exposición progresiva a los diferentes contextos con los que el paciente un día disfrutó. Conforme la percepción de peligro vaya cediendo irá retomándose la actividad cerebral hedónica. Si el paciente comprende que el no-disfrute de las situaciones placenteras es una situación potencialmente reversible, al menos ya tenemos parte del trabajo hecho.

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