Puntos gatillo y sensibilización central

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Tema de creciente polémica entre fisioterapeutas. Cuando yo estudié fisioterapia, se hablaba de ellos como una especie de “entes abstractos”. Algo que todo el mundo conoce pero cuya naturaleza nadie sabe especificar. Como prueba de sus existencia, la palpación (que todos hemos experimentado, como pacientes o fisioterapeutas) de esas zonas musculares que, al ser presionadas, provocan dolor intenso, irradiado o no, y que “reblandecen” al mantener la presión durante un tiempo o al puncionar con una aguja. En muchos casos, el dolor percibido cede ante estas técnicas, lo que crea una sensación de causa-efecto muy potente entre lo que nosotros tocamos y lo que el paciente siente.
¿Qué son los puntos gatillo? ¿Existen de hecho? Yo no soy ningún experto en nocicepción muscular por lo que ni de lejos poseo una respuesta contundente a estas preguntas pero me gustaría expresar en esta entrada dudas y opiniones que poseo acerca de un tema tan peliagudo como éste.
Entiendo que la mayoría de fisioterapeutas consideran el punto gatillo (PG) como una zona muy pequeña, microscópica, de contracción permanente y con incapacidad de relajación, a partir de la cual se genera una pequeña fuente de estímulo nociceptivo periférico que, mantenido en el tiempo, puede terminar por sensibilizar zonas del sistema nervioso central (médula y encéfalo). Tras la sensibilización del sistema nervioso, el dolor puede referirse a amplias zonas corporales y no sólo al músculo afectado.
Por tanto el inicio del dolor sería de origen periférico y su mantenimiento de origen central
Asumiendo lo anterior como cierto, creo que hay que plantearse algunas cuestiones. Para empezar, ¿cómo comienza todo el proceso? Asumimos que el músculo falla en su función de relajarse tras la contracción, lo que no parece que deba ocurrir en condiciones normales, dado que es precisamente la contracción-relajación la “función” de las fibras musculares. Quizá podría ser que este fracaso ocurriera sólo cuando hemos sobrepasado las capacidades metabólicas musculares, algo que ocurriría fundamentalmente en deportistas, pero no es infrecuente encontrar personas que, sin practicar ejercicio muscular alguno, presentan zonas musculares induradas y doloridas. También las personas que practican ejercicio moderado las presentan, y en zonas muy diversas, por lo que no parece a simple vista que la aparición de zonas induradas musculares tenga una relación directa con la cantidad o el tipo de ejercicio físico practicado. De hecho, acorde con esto, cualquier fisioterapeuta entrenado en el tema de la palpación muscular, puede, a priori, llegar a localizar bandas tensas en cualquier persona, independientemente de su forma física, y lo que es más importante, independientemente de que la persona en cuestión padezca un síndrome de dolor diseminado.
Los puntos gatillo fueron inicialmente descritos para explicar síndromes de dolor diseminado (denominado como referido si asumimos un punto causal).
Un punto nociceptivo tan minúsculo debería causar dolor únicamente en la zona “lesionada”, pero la realidad es que los pacientes pocas veces presentan un dolor bien definido, sino más bien lo contrario, un dolor profundo, referido sobre amplias zonas corporales e irradiado sobre otras. Para encajar estas observaciones, se recurre a la sensibilización central 2ª al PG como explicación. Sin embargo, pienso que si tenemos una amplificación central de los estímulos periféricos parece más lógico buscar el culpable a tratar más en los fenómenos de amplificación que en la periferia, puesto que cuando hay amplificación ¡cualquier estímulo periférico puede resultar doloroso! Da igual que hablemos de la piel, músculos, huesos o articulaciones.
Muchos pacientes que sufren dolor mejoran realmente tras el tratamiento de zonas induradas musculares, tras la presión manual sostenida, el pinchazo correspondiente, etc (existe un arsenal de técnicas de tratamiento). A veces el alivio es definitivo, pero en muchas otras sólo se trata de un alivio temporal y el paciente, al cabo del tiempo, vuelve a requerir su dosis de tratamiento correspondiente.
Independientemente de las características palpatorias de la banda muscular (induración sobre todo…) Las características del propio paciente parecen influir en el éxito terapéutico, lo que hace que unos pacientes mejoren con mayor facilidad que otros ante una misma intervención. Cada vez se habla más de las expectativas del paciente sobre su terapeuta y su proceso, sus cogniciones, etc como factores influyentes en el potencial analgésico de una intervención. Sobre este punto creo que no merece la pena insistir puesto que es algo muy asumido en el ámbito de la fisioterapia y un aspecto que se trataremos con más detalle en otras entradas del blog.

En resumen:
-Es sencillo encontrar puntos gatillo a partir de la palpación, independientemente de que la persona tenga un dolor diseminado.
-El verdadero responsable del dolor diseminado no es el músculo, sino el sistema nervioso central.
-Debemos ser prudentes a la hora de asignar el éxito terapéutico a nuestra intervención. El dolor es muy influenciable por factores externos a la terapia en sí misma.